La relación de los Países Bajos con los gatos siempre ha sido buena. Hace siglos que son usados como mascotas, aunque el carácter funcional de los holandeses les da de paso otro uso: controlar a los roedores. De hecho conozco a personas que han llegado a prestarse un gato durante el fin de semana para ver si solucionaban la visita de algún pequeño intruso.
Una de las cosas que suelen sorprender sobretodo a los españoles, es la presencia de gatos en bares y restaurantes, ya que en España es ilegal por motivos sanitarios. Pero aún podrías sorprenderte más si entras en el Kattencafe Kopjes Amsterdam, más conocido como el Cat Café.
El Cat Café es una cafetería en la que los amantes de los gatos pueden relajarse en compañía de 8 mininos mientras se toman un cattucino con muffins. En el local disponen de juguetes para interactuar con los animales aunque se deben seguir un par de reglas para no estresarlos ni crear conflictos.
El concepto no es nuevo: nació en Taiwan con mucho éxito, hecho que fue aprovechado por ciudades como Tokyo, NYC, Londres, Berlín y París entre otras. En el año 2014 un grupo de amigas creyeron que seria buena idea abrir uno en Amsterdam y para ello crearon una campaña de crowdfunding que rápidamente cubrió el costo de las gestiones iniciales. Fue en Abril del 2015 cuando abrió sus puertas y parece que de momento no les va mal.
Si quieres visitarlo puede que te interese realizar una reserva por su web, ya que no permiten a más de 20 personas a la vez.
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De hecho, si quieres montarte un día gatuno, podrías empezar con una visita al museo Kattenkabinet o Gabinete de los gatos. Está dedicado íntegramente al arte relacionado con felinos y contiene esculturas, pinturas, posters y más objetos. Al mediodía podrías visitar el refugio flotante llamado De Poezenbooot o Barco de los gatos abandonados, y acabar por la tarde en el Kattencafe.
Nota 1: la entrada al Cat Café vale 3 euros, destinados a la manutención de los animales y limpieza del local.
Nota 2: ¡abstenerse alérgicos!