Uno de los atractivos de los Países bajos son sus molinos de viento. Utilizados antiguamente no sólo para el drenaje de aguas, si no también como aserraderos, para moler especias, etc.
Hoy en día no todos realizan esas funciones ya que con el tiempo han caído en desuso debido a los avances tecnológicos. Al menos se han conservado a modo de recuerdo una gran parte de los que antaño poblaban los típicos paisajes holandeses.
A día de hoy en Amsterdam quedan ocho, y hoy haré una especial mención a mi favorito: el molino De Gooyer. Y es mi favorito no por lo pintoresco y romántico de su aspecto, lo es por la cervecería que tiene al lado llamada Brouwerij’t IJ, que viene a significar La Cervecera del Río.
Fue fundada en el año 1983 como resultado de una creciente insatisfacción hacia la cerveza producida en masa por las grandes empresas holandesas. Dos años mas tarde se estableció en Amsterdam en el local que todos conocemos y donde elaboran artesanalmente desde entonces sus famosas cervezas. De hecho organizan tours de viernes a domingos en los que te muestran el proceso y las instalaciones, eso sí, en inglés o en holandés.
El molino de viento de al lado, que aparece en las etiquetas de las cerveza de Brouweij’t IJ, data del siglo XVI. Era utilizado para moler harina, y tras varias remodelaciones fue trasladado y colocado encima del edificio de ladrillo sobre el que se asienta actualmente. Gracias a ello es el molino más alto de Holanda.
Las cervezas del “IJ” las podéis comprar también en el supermercado y degustar en otros bares. Son fácilmente reconocibles por sus etiquetas ilustradas con un avestruz, un huevo y un molino. Os recomiendo la experiencia de visitar el local en el este de Amsterdam, con su curiosa entrada en la que se separan a los hombres de las mujeres. Ojo con el horario: cierra a las 20:00.
Mi consejo: probad la ZATTE.